18 Jun ¿Se ocultan lo datos?, necesitamos datos ya.
Es necesario un informe independiente sobre la alta mortalidad en las residencias españolas durante la crisis del coronavirus. Ese informe hay que hacerlo tras un minucioso estudio para poder extraer los datos que nos van a dar la verdad de lo ocurrido.
Hasta ahora se han contado más de 19.000 muertes; pero cuando empecemos a ver los datos con las muertes sufridas comparativamente en otros años, nos tememos que el número puede ascender a más de 28.000 ancianos muertos.
Todavía, nadie que no esté en la cúpula del poder, donde se maneja información privilegiada, sabe exactamente cuántos ciudadanos mayores han fallecido en centros residenciales geriátricos. Pero ¿por qué? No lo sabemos porque no nos dejan ver los datos y analizarlos. ¿Puede ser que la administración ya tenga los datos, pero no le interese publicarlos? Todavía (10 de junio de 2020) no tenemos datos fiables e incluso diría que los datos de que disponemos son cada vez más confusos.
Se debe llevar a cabo una investigación, lejos de la política, que busque explicaciones para esas 19.000 muertes en dos meses: «La verdad es que 19.000 personas son muchas, eso es más que muchos pueblos grandes de cualquier sitio de España. Creo que sería bueno ver lo que realmente ha sucedido. Y a partir de ahí, ver si el modelo falló, dónde falló …”
Como sociedad tenemos que intentar prepararnos para afrontar la próxima pandemia y, para hacerlo, necesitamos saber exactamente qué ha sucedido, qué factores han influido y cuáles no; ver en qué medida lo han hecho y qué debería ser diferente. Nosotros (Asociación Dignitas Vitae) nos ofrecemos, si recibimos apoyo, a crear un equipo independiente para diseñar y elaborar esos estudios sin dejar fuera a nadie que quiera participar en él.
Después de la experiencia vivida por la pandemia actual, en la Asociación Dignitas Vitae pensamos que las evacuaciones rápidas son la solución para futuros brotes. En caso de enfermedad infecciosa en una residencia debemos evacuar a las personas infectadas con la mayor urgencia. La residencia no es el lugar, ni cuenta con los materiales y los profesionales adecuados. Además, no tienen por qué tenerlos. En los hospitales de agudos, quienes tratan enfermedades infecciosas son super-especialistas en medicina interna.
Consideramos que también se debe replantear el modelo de residencia/hogar de ancianos del futuro. Nosotros apostamos por centros más pequeños y familiares, que utilicen los servicios comunitarios de psicólogos, educadores y médicos. No tiene sentido duplicar profesionales disponibles en otras instituciones. Centros donde la atención que se preste esté diferenciada para cada persona que viva en ella, según sus necesidades. Nos atrevemos a plantear ese modelo, aunque en este momento lo ideal sería esperar a tener los datos y luego elegir en base a los resultados.
La pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad del sistema residencial para personas mayores, que todavía sigue un modelo muy institucional; todo en ellas gira alrededor de la organización (horarios, turnos, personal, …) y con estructuras arquitectónicas nada idóneas para los usuarios; espacios que comparten un elevado número de personas, en su mayoría, con importantes problemas de salud crónicos.
Los centros residenciales han sido diseñados por quienes no los van a habitar. La mayoría son costeados por una administración pública que no se rige por el criterio ni del usuario, ni de la familia, ni tan solo del propio sector, sino por criterios dictados desde despachos con fines de cara a la galería, infra financiados y que además condicionan después actuaciones inspectoras, en base a cumplir normativas de difícil aplicación.
La estructura arquitectónica, el elevado número de contactos de las personas residentes, la elevada fragilidad de las mismas y la prevalencia de la enfermedad en la zona son factores que han condicionado la progresión de los contagios en los centros. Todo esto es una obviedad; deberíamos ser muy cuidadosos a la hora de analizar los factores que han influido. Las preguntas que debemos responder deberían ser ¿por qué en unos centros hubo contagios masivos y en otros solo brotes puntuales o ni eso? ¿Se hizo algo diferente en unos y otros centros? Tal vez tuvo que ver con la inversión en EPIS, personal, formación, rapidez en la implementación de las medidas. Ni el sistema de salud estaba preparado y mucho menos el social. Ahora, a toro pasado, sabemos que prevenir hubiese sido más barato y eficaz que montar UCIS. Y eso no se hizo.
No debemos sacar conclusiones precipitadas en relación a cuestiones tales como la titularidad pública/privada, ratios de personal o modelos de gestión. El otro día en un programa de TV local pudimos ver al político de turno ya hablando de cambio de modelo… ¿pero su Consellería sabe lo que ha pasado? ¿O van a aprovechar para cambiar las cosas, pues están en posesión de la verdad o son iluminados? También tenemos a algunos comentaristas que más que profesionales son seudo-periodistas forofos que, en vez de informar, ya juzgan sin poseer datos y con gran desconocimiento del sector.
Gracias al personal técnico cualificado, especialmente personal de enfermería, el liderazgo de la dirección y los equipos estables han sido elementos clave, pensamos, para afrontar los retos organizativos y de atención sanitaria que nos ha planteado la pandemia, en esos momentos iniciales en los que sabíamos tan poco sobre el coronavirus y los medios materiales eran escasos o nulos.
En esta reconstrucción tenemos que ir pensando en un sistema de servicios que pueda dar una respuesta integrada e integral a las personas y donde los centros residenciales no sean la última opción a la que acudir ante la necesidad de atención, sino que constituyan un recurso integrado y abierto, con servicios diversos y flexibles y que participen de la vida comunitaria. Las residencias deben formar parte de una red integrada en un territorio concreto, donde la calidad del servicio prestados no se mida de forma individual, sino que sea el resultado de la calidad del sistema. Se hace necesaria una apuesta decidida por un cambio en el modelo de intervención. En estos momentos, en los que prima la seguridad sobre la autonomía de las personas, cobra especial importancia seguir insistiendo en el camino ya iniciado por muchos centros, de transformación hacia el modelo de atención centrada en la persona.
Todos han enarbolado «la bandera de lo socio-sanitario» cuando han estado en la oposición o no tenían responsabilidades políticas, pero rápidamente lo han olvidado cuando gobiernan o tienen capacidad gestora dentro de la Administración Pública. Todos los planes y propuestas han terminado en el cajón del “olvido”.
En la historia de los Servicios Sociales, han sido las entidades del tercer sector, y después la iniciativa privada, las que han dado respuesta a necesidades no cubiertas por las administraciones públicas. Es innegable la aportación que tanto unos como otros han hecho en materia de cobertura, de innovación y de especialización. Puede haber una complementariedad liderada por el sistema público para prestar los servicios necesarios. La Administración Pública debe marcar las directrices del sistema, los modelos de intervención y los estándares de calidad y vigilar su cumplimiento. Y ello, con una financiación suficiente que permita a los centros alcanzar dichos estándares y a las personas usuarias acceder a los servicios en situación de equidad.
Tenemos que hacernos preguntas que resultan necesarias desde un posicionamiento ético y que quizá no nos atrevemos a preguntarnos. Pero necesitamos ser valientes; debemos esclarecer qué ha pasado, qué ha ocurrido en ese grupo de población que hemos dejado a su suerte. Hemos lesionado su derecho a la atención sanitaria. Importa que nos planteemos esta reflexión y que identifiquemos las causas. Debemos evitar para siempre considerar que unas vidas tienen más valor que otras.
Dr. José Pascual Bueno, presidente de la Asociación Dignitas Vitae y Expresidente de Lares CV (Asociación de Residencias y Servicios de Atención a los Mayores Lares Comunidad Valenciana). Reflexiones.
Valencia 10 junio de 2020
No Comments